martes, 9 de noviembre de 2021

BIOGRAFÍA - DR. JORGE WASHINGTON VILLACRES MOSCOSO

BIOGRAFÍA DEL DR. JORGE WASHINGTON VILLACRES MOSCOSO

 


INTERNACIONALISTA.- Nació en Guayaquil el 8 de Febrero de 1918; hijo de Darío Villacrés Puente, natural de Jipijapa y Victoria Moscoso Echerri, natural de Ambato. Su padre era de profesión comerciante, transportaba alimentos y mercaderías entre la Costa y la Sierra, con base en Babahoyo. Luego trasladó su negocio, a un depósito de víveres en el Mercado Central de Guayaquil; finalmente se amplió como mayorista, en las calles Sucre y Pichincha, ocupando uno de los locales comerciales en la manzana de Bonin. En 1910, fue Presidente de la Sociedad de Abastecedores del Mercado y desde el 1912, miembro de la Sociedad de Beneficencia Manabita. También adquirió la hacienda La Victoria y una embarcación para trasladar su producción a Guayaquil, pero finalmente no tuvo éxito en ese emprendimiento como agricultor y desistió.

Su madre, Victoria Moscoso Echerri, fue hija de Francisco Moscoso, amigo de Juan Montalvo, también  Administrador de sus pocos bienes, cuando él vivía en Francia. Su abuela materna, doña Aurora Echerri, hija de un industrial panadero francés, amigo personal de Montalvo en Francia, quien por sus sugestivos relatos acerca de Ambato y de su país, terminó influyendo y recomendándole viajar y  radicarse en esa ciudad.

Jorge Washington, el menor de una larga familia de siete hermanos. Nació en la casa de su padres en Guayaquil, en Aguirre y Boyacá. Fue bautizado como Jorge Washington, en honor al héroe de la independencia norteamericana. A los cuatro años, quedó huérfano por el temprano fallecimiento de su madre, a causa de una lesión hepática. Su hermana mayor Elisa, contando con la cooperación de todos sus hermanos, asumió la dirección del hogar y pudieron salir adelante.

De seis años, ingresó al vecino Colegio San José de los Hermanos Cristianos de la Salle, “en cuyas aulas me aficioné por el idioma francés, que era el de gran parte de mis maestros, quienes me enseñaron las primeras letras, tanto del abecedario español como del francés”. En segundo grado fue internado en el Colegio Salesiano Cristóbal Colón y tuvo de profesor de Geografía, al erudito padre Juan Morales y Eloy, autor del bellísimo “Atlas Histórico Geográfico”, editado en 1942 en Quito, por la cancillería ecuatoriana, a todo lujo, con 96 láminas coloreadas. El padre Morales fue “quien me inició en los estudios de Geografía e Historia de Límites”.

Debido a la aguda crisis económica de los años treinta, su padre lo llevó al colegio Vicente Rocafuerte, que era gratuito y por las tardes, le puso a trabajar como Ayudante del Inspector, de la sección primaria del Instituto Nacional, cuyo rector era José Mendoza Cucalón, amigo personal de su padre, don Darío Villacrés Puente.

Mientras tanto, había fundado con otros estudiantes “El Ateneo Literario”, institución cultural vicentina, que editó el periódico “Albores” y realizó una nutrida labor cultural.  En 1939 se graduó de Bachiller en Humanidades Sociales; al año siguiente, 1940, ingresó a la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Guayaquil y a su vez, fue designado Director de la Biblioteca del Colegio Vicente Rocafuerte.

Ese año, actuó como Delegado de la Escuela de Derecho, en la fundación de la Junta guayaquileña de Defensa Nacional (1940), cuya secretaría desempeñó durante los aciagos días de la invasión peruana y le correspondió declarar a Guayaquil, “ciudad abierta” en 1941, para evitar su bombardeo y destrucción por la aviación peruana. La Junta subsistió con altas y bajas hasta 1952.

En 1943, ascendió a Profesor de la materia de Geopolítica en el Vicente Rocafuerte, en reemplazo de Efrén Jurado López. Poco después, efectuó una gira a nombre del plantel por Chile, Argentina y Uruguay y ofreció Conferencias y Actos Culturales durante ese periplo. En Montevideo, Buenos Aires y Santiago fue recibido por los Embajadores Gonzalo Escudero, Carlos Manuel Larrea y Homero Viteri Lafronte, respectivamente. Los diplomáticos Doctores Alberto Guaní, Guillermo Rothe y Alejandro Alvarez, del Uruguay, Argentina y Chile, le proporcionaron importantes datos, sobre los sucesos ocurridos durante el conflicto entre el Perú y el Ecuador y “sobre la actitud derrotista y poco edificante de nuestra delegación, en la Conferencia Panamericana de Río de Janeiro”. 

De regreso a Guayaquil, fue conducido a la Oficina de Seguridad, donde el Jefe Manuel Carbo Paredes, quien le interrogó minuciosamente, para saber si había traído documentos para los opositores al gobierno de Arroyo del Río. Tal atropello, le hizo ver claramente lo absurdo de dicha dictadura civil. Desde entonces, colaboró en “El Universo” y “La Prensa” de Guayaquil y “La Tribuna” de Ambato, con temas de Geopolítica y en defensa de la nacionalidad. En 1944, fundó y presidió el Centro de Estudios de Derecho Internacional de la Universidad de Guayaquil, que editó una Revista y tuvo destacadas actuaciones, especialmente con el Cuerpo consular acreditado en la ciudad.

En 1945, dio a la imprenta un trabajo sobre “La Responsabilidad de la Diplomacia Ecuatoriana en la demarcación fronteriza” denunciando graves errores cometidos después de 1942. Una parte de la edición, fue incautada por orden del gobierno velasquista, debido a que “en la obra se acusaba a los países garantes y especialmente al árbitro militar brasilero, Braz Días de Aguiar”.

La verdadera causa de la requisa era otra, pues para sorpresa de todos, el presidente Velasco Ibarra, acababa de declarar válido el Protocolo de Río de Janeiro, al revés de lo que había venido sosteniendo desde 1943, en Santiago de Chile, y pretendía que el problema fronterizo con el Perú, fuera superado y olvidado.

El asunto se prestó al escándalo, cuando los estudiantes de la Universidad Central de Quito, empezaron a vender varias docenas de ejemplares de la obra de Jorge Villacrés Moscoso, en las puertas del edificio y en abierto desafío a la pesquisa, que había requisado la publicación, en las librerías de Quito, Guayaquil y Cuenca, para apoderarse de los ejemplares existentes. Como tal abuso trascendió a la prensa, salió en defensa de la obra, el Dr. Carlos Salazar Flor, Profesor de Derecho Internacional de la Universidad Central y declaró: “Hacía falta una verdad en esta hora de nuestra nacionalidad, vilipendiada y escarnecida por la dejadez y la falta de escuela diplomática”.

 

Se había despertado y afianzado entonces, en Jorge Villacrés Moscoso, el loable afán de seguir atento, estudioso y vigilante, la trayectoria de la diplomacia ecuatoriana, para lo cual trató de ingresar al servicio exterior. Su maestro Antonio Parra Velasco le pidió en 1946, que acepte el cargo de Tercer Secretario en la Embajada en Francia y merced a la influencia ejercida por el Ministro de Hacienda, Jorge Montero Vela, quien luchó para que se le extienda el nombramiento en la cancillería, Villacrés Moscoso pudo viajar.

Primero residió tres meses en New York con Parra Velasco, luego siguieron a París, donde revalidó sus estudios universitarios, aprobó un curso de Geografía y Cartografía en el College de France, con el eminente científico Pierre Gouron y recibió el título respectivo.
En 1947, se matriculó en el cuarto Curso de Derecho, especialidad de Derecho Internacional, de la Universidad de París. En Abril de 1948, dictó un Ciclo de charlas sobre Política Económica Hispanoamericana, en el anfiteatro Edgar Quinet de la Sorbona, bajo el auspicio del Ateneo Hispanista, que recopiló en 1955 en un volumen titulado “La Política Económica Internacional de los Estados Americanos”, iniciativas y contribuciones del Ecuador, en 378 páginas.

Durante el desempeño de sus funciones, fue ascendido en 1948 a Cónsul y editó dos Boletines en idioma francés, poniendo en conocimiento de los ciudadanos de ese país las distintas disposiciones requeridas para viajar al Ecuador y las características generales de la economía ecuatoriana. También fue nombrado Delegado a varias Conferencias Internacionales. En la de la FAO en Copenhague, desmintió en rueda de prensa, “que no era verdad que después de la II Guerra Mundial, las islas del Archipiélago de Galápagos quedaron bajo la soberanía norteamericana”, como equivocadamente había comentado el General Petit.

Posteriormente, tuvo un enfrentamiento con el Dr. Arturo García Salazar, Embajador peruano en París, quien había impugnado un artículo de Villacrés Moscoso, sobre la complicidad del árbitro brasilero Días de Aguiar, en la demarcación de la línea fronteriza del sector de Lagartococha, para beneficio de los intereses de la tesis peruana. Habiendo en 1948, ascendido al poder el Presidente Galo Plaza, le reemplazó con el ex dictador Federico Páez, de tan ingrata memoria para los ecuatorianos.  Sin empleo y a medias en sus estudios, se vio precisado a buscar trabajo en la Unesco y tras lograr una exitosa colocación en un concurso de méritos, fue designado Secretario del Departamento de Educación Básica, de ese importante organismo internacional, pasando a ganar en dólares en esa nueva posición.

En 1950, logró terminar sus estudios en la Sorbona, obteniendo el título de Doctor en Ciencias Internacionales, tras brillantes estudios, con profesores del prestigio académico de Georges Scelle, Charles Rouseau y particularmente de Pierre Renoivin, quien le guió en la investigación histórica de las relaciones internacionales. Entonces fue invitado a dictar una conferencia en el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, sobre la cuenca-amazónica. Los Embajadores peruanos ante España, Mariscal Ureta y ante las Naciones Unidas, Víctor Andrés Belaúnde, trataron de oponerse y hasta de sabotearla, pero fracasaron en sus propósitos, por la acción patriótica de los estudiantes ecuatorianos.

Desde 1946 venía realizando numerosas entrevistas y trabajos de investigación en materia de Historia de nuestras relaciones diplomáticas. Para ello había consultado diferentes archivos, especialmente los de las Cancillerías europeas abiertos a los estudiosos y formó un tarjetero de más de quinientas fichas para su obra, que luego más tarde, tituló “Historia Diplomática de la República del Ecuador”.

En 1951, editó en la imprenta de la Universidad de Guayaquil, “El Problema del control internacional de las Bases Estratégicas y las Naciones Unidas”, folleto que mereció la acogida de la crítica especializada mundial. El Dr. José Yanguas Messía, de la Academia de Derecho Internacional de La Haya, manifestó que el libro tenía la doble utilidad de ser jurídico y diplomático. Una segunda edición, data de 1961, que fue incluida en la Biblioteca de Política Internacional; posteriormente, muchos de los puntos allí sostenidos, fueron considerados por las Naciones Unidas, en sus resoluciones y recomendaciones, sobre todo en lo tocante, a la ocupación de las Bases Militares de Kitona y Kamina en el Congo, a raíz de la retirada de las tropas belgas en Agosto de 1970. Se le compraron sus derechos de autor, reeditándola varias veces en los idiomas oficiales de dicho organismo, de suerte que se convirtió en un clásico del Derecho Internacional. 

En 1952, el recién designado Canciller Dr. Teodoro Alvarado Garaycoa, le pidió que le acompañe en la Subsecretaría, pero varios funcionarios quiteños se alarmaron, manifestando con enfermiza y claudicante actitud, que Villacrés Moscoso era “un chauvinista a ultranza”, que nos podía llevar a peligrosísimos enfrentamientos y quizá a una nueva guerra; tanto insistieron, que lograron alarmar al Presidente Velasco Ibarra, quien, para solucionar el impasse, le designó Primer Secretario en la Embajada en Venezuela, porque sabía que el titular Homero Viteri Lafronte, era su amigo personal de muchos años.
Estando en sus nuevas funciones en Venezuela, realizó nuevos estudios y publicaciones.

En 1955 aclaró por la prensa al embajador peruano, Eduardo Garland, utilizando las columnas de “El Universal”, “El Nacional” y “La Esfera” de Caracas y enteró a la opinión de ese país sobre los vergonzosos sucesos de la invasión de 1941, demostrando ser un patriota en permanente defensa de los imprescriptibles e inalienables derechos del Ecuador, sobre la cuenca Amazónica.

En 1956, fue trasladado como Encargado de Negocios del Ecuador, ante los gobiernos de Dinamarca, Suecia y Noruega con sede en Copenhague; abrió Exposiciones sobre productos exportables ecuatorianos en algunos centros comerciales y culturales. El Rey de Suecia, se interesó por nuestra arqueología y suscribió un convenio comercial con el Ecuador. El gobierno de Dinamarca, inició el comercio del banano con una flota que empezó a hacer viajes a Guayaquil y bautizó a uno de esos barcos con el nombre de Ecuador, invitando a Villacrés Moscoso a la inauguración de los viajes.

También, aclaró en Copenhague, al navegante Thor Heyerdahl, sobre numerosos aspectos de la navegación precolombina, lo cual recogió años más tarde, en 1970, en un interesante folleto titulado “El viaje transpacífico de la balsa, rememora tradicional actividad de los pobladores primitivos ecuatorianos”.  Sin embargo, a pesar del éxito de sus gestiones diplomáticas y comerciales, le hostilizaban de la Cancillería por el hecho de no ser quiteño, al punto que hasta le llegaron a demorar los pagos varios meses, manteniéndole en constante intranquilidad, hasta que finalmente tuvo que presentar su renuncia en 1958.

Por entonces, era un asiduo colaborador de la Revista de la Sociedad Geográfica de Francia y de otras muchas instituciones científicas de Europa y América. A su regreso a Ecuador, de paso por Italia, dictó una Conferencia en la Universidad de Perugia, en idioma italiano, lengua que dominaba al igual que el francés, inglés y portugués. En Milán aprovechó para aclarar conceptos con una Casa editora, propietaria de la “Enciclopedia Geográfica Italiana”, que contenía graves errores sobre el Ecuador.

En 1959, fue contratado por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guayaquil, para dar clases de idioma francés, luego desempeñó brillantemente las cátedras de Geografía y Geopolítica. La recién creada Escuela de Diplomacia, Servicio Consular y Funcionarios Internacionales, de la Universidad de Guayaquil, le llevó a dictar Política Económica Internacional del Ecuador, materia que por primera vez se conoció en el país. Ese año dio a la luz como texto para sus alumnos “La Política Comercial y Financiera Internacional del Ecuador” en 250 páginas.

En 1963, la Junta Militar de Gobierno le separó de sus cátedras, al igual que a otros muchos profesores de ideas izquierdistas, aunque en realidad Jorge Villacrés jamás había intervenido en política, ni era afiliado a partido alguno; pero su amistad con Parra Velasco, le ocasionó esa gratuita imputación y lamentable zancadilla.

En 1965, en una Conferencia en la Biblioteca Municipal de Guayaquil, denunció que la Junta Militar de Gobierno, a través del Canciller Neptalí Ponce Miranda, había entregado a los Estados Unidos el mar territorial ecuatoriano, para que fuera usufructuado por los consorcios atuneros de San Diego en California. El asunto trascendió y el Canciller solicitó a la Gobernación del Guayas su inmediata captura. Movilizados los pesquisas, tuvo que esconderse por varios días para evitar el ultraje y solo la intervención personal de su amigo el ex Canciller Alvarado Garaycoa, quien explicó la verdad de la denuncia al Jefe Civil y Militar de la ciudad, Coronel Molina Arroyo, quien impidió que lo siguieran molestando. Caída la Junta Militar, Neptalí Ponce Miranda fue llevado a la Asamblea Nacional Constituyente, a explicar su conducta y juzgado como traidor, fue censurado en forma deshonrosa, con la pérdida de los derechos de ciudadanía por Decreto.

La CEPAL, Comisión Económica para la América Latina de las Naciones Unidas, lo había contratado ese año de 1966, con otros técnicos internacionales, para lograr la integración de la América Central. Allí colaboró hasta 1969, que estalló la llamada “guerra del fútbol”, entre Honduras y El Salvador.

También en 1966, apareció en Madrid, la segunda edición de su “Geopolítica del mundo tropical sudamericano. La región Amazónica”, en 516 páginas, considerada obra de gran importancia, consultada en las universidades españolas de ese tiempo.  En 1967, reinstalado nuevamente en sus cátedras, comenzó a publicar su libro mayor y fueron saliendo a la luz, los cinco tomos de la “Historia Diplomática de la República del Ecuador”.

El Tomo I salió a la luz en ese año de 1967 con 381 páginas y trata sobre el período histórico de la Audiencia de Quito y la Gran Colombia.  El Tomo II de 490 páginas, fue publicado cuatro años después, en 1971, trata desde la desintegración de la Gran Colombia hasta la era republicana de 1859.  El Tomo III se publicó en 1972, con 488 páginas y abarca hasta la Republica del año 1931.  El Tomo IV se publica en 1976, con 529 páginas, abarca desde 1931 hasta 1944.  El último Tomo V se publica en 1978, con 527 páginas y comprende el período 1945 a1963.

Esta Historia ha sido calificada de obra erudita, prolija, ordenada, metódica, objetiva e imparcial y se complementa admirablemente bien, con el “Ensayo Histórico Crítico de las relaciones diplomáticas del Ecuador con los estados limítrofes” de Jorge Pérez Concha, que también apareció en aquellos años, siendo la Historia de Villacrés Moscoso más general, pues contiene la vida y relaciones diplomáticas del Ecuador, con todos los estados del mundo; mientras que la de Pérez Concha, es más detallada en lo histórico y sobre todo en lo limítrofe y territorial. Ambas constituyen los máximos logros alcanzados en el país, en estas delicadas materias.

En 1970 se opuso, durante la dictadura civil de Velasco Ibarra, a la negociación y suscripción del Tratado “Puyango-Tumbez, Catamayo-Chira”, por el que se entregó las aguas de esos ríos ecuatorianos al Perú, sin recibir ninguna compensación a cambio nuestro.  En ese mismo año, se editó en México una gran obra de Derecho Internacional titulada “Dictámenes Jurídicos Latinoamericanos” dentro de la serie “Grandes Opiniones”, donde constan sus dictámenes, a diferentes consultas que le habían sido formuladas oficialmente, en diversas épocas por los gobiernos de Irán, Venezuela, Panamá, Guatemala, Brasil, Corea del Sur y Bolivia.

“En 1972 emprendí una intensa campaña a través del diario El Universo, contra la política castrense de estrechar relaciones con el tradicional enemigo del Ecuador”, razón por la que, en la reorganización que la dictadura de Rodríguez Lara decretó para la Universidad de Guayaquil, quedé cancelado justo cuando ejercía el Sub-decanato de la Facultad de Filosofía”. Ese mismo año de 1972, dio a la luz en la Casa de la Cultura, su “Derecho Internacional Ecuatoriano” en 480 páginas. En 1973, publicó su texto de “Geohistoria del Estado Ecuatoriano” en 161 páginas, primero de una serie de tres que continuó en 1974, con “Geopolítica Internacional del Estado Ecuatoriano” en 76 páginas y en 1975 con “Geopolítica del Estado Ecuatoriano” en 103 páginas.

               También en 1973, fue contratado por la Secretaría de la Federación de los Estados Enclaustrados para que actúe de asesor de las próximas conferencias que iban a celebrar y colaboró con ellos hasta 1980. En 1974, redactó la declaración que aprobó la Conferencia celebrada en Kampala, capital de Uganda el 2 de Mayo de ese año y mientras recibía tales reconocimientos del exterior, la Cancillería ecuatoriana le temía y hasta le consideraba elemento peligroso. Ese año alertó al país, porque el representante del Ecuador se encontraba listo a firmar la Declaración de la Convención de Jamaica, contraria a la tesis de las doscientas millas del Mar Territorial y tras incesante lucha logró que no lo hiciera.

 

En Julio de 1978, integró la expedición científica ecuatoriano-británica a la cueva de los Tayos. A comienzos de 1979, el Ministro de Educación y el Consejo Supremo de Gobierno lo designó cabeza de terna para optar al premio Internacional Maracay, creado por el Consejo Interamericano para la Educación, Ciencia y Cultura. Poco después, cuando había pasado a las finales, el mismo Ministro pidió por medio del representante ecuatoriano ante  la OEA, reemplazar el nombre de Villacrés Moscoso, por haberse expresado en una Conferencia radial como contrario a la reforma educativa que intentaba implantar el gobierno. Dicha petición, provocó –como es lógico y natural– una situación absurda y un acalorado debate. Finalmente, como los delegados no quisieron oponerse frontalmente al gobierno ecuatoriano, optaron por declarar a Villacrés Moscoso, segundo en el Premio Maracay, que de esa forma se le escapó de las manos.

Casi enseguida, en agosto 1979, subió al poder el Dr. Jaime Roldós Aguilera, que premió los esfuerzos y sacrificios de su asesor personal Villacrés Moscoso y le propuso la Embajada en Nicaragua, funciones que declinó en razón de su cátedra, la columna semanal en El Universo y por la guerra civil que se vivía en ese país, que lo hubiera obligado a conceder asilo diplomático a los corruptos políticos somocistas que todavía abundaban en la Managua de entonces.

Ese mismo año de 1979, se opuso por la prensa a la propuesta de los Estados Unidos para perforar un foso hasta llegar a una gran cueva en el subsuelo de las Galápagos, con el fin de guardar los desechos atómicos procedentes de ese país y luego cerrarla herméticamente. La campaña tuvo éxito y la Comisión Nacional ecuatoriana de Energía Atómica terminó por rechazar las pretensiones del gigante del Norte.

 En 1982 atribuyó como un error del Presidente Oswaldo Hurtado, el intentar organizar un Consenso para conocer cual era la voluntad popular sobre nuestras relaciones con el Perú y abrió intensa campaña contra el propósito del gobierno de firmar una Convención Interamericana sobre el atún, en la que el Ecuador admitía la tesis del atún migrante, que favorecía ampliamente los intereses de los pesqueros norteamericanos.

En Noviembre de 1983, comenzó a escribir contra las pruebas atómicas que venía realizando Francia en el Océano Pacífico del Sur, porque producen resquebrajamientos de los fondos marinos. El Agregado de Prensa de la Embajada de Francia, tuvo la osadía de salir a refutarle pero quedó mal parado.  El 23 de ese mes, en el salón de Actos de la Escuela de Diplomacia de Guayaquil, el Ing. Luis Carrera de la Torre, sustentó una conferencia sobre la negociación de los Convenios de la cuenca hidrográfica “Puyango-Tumbes, Catamayo-Chira”.

Al abrirse la discusión, fue refutado con argumentos irrebatibles por Villacrés Moscoso, quien denunció que desde 1978 se había incluido la colonización de los valles de los ríos Zamora y Nangaritza, en los programas de la subcomisión ecuatoriana-peruana y de un préstamo que ese año dio el Banco Interamericano a esa Comisión; que el Perú había votado favorablemente, porque ese organismo dependía de él.

Igualmente, en ese Ciclo de Mesas Redondas y Conferencias, debatió con Rene Ortiz Duran, ex Secretario de la OPEP y con el Dr. Boris Abad de CEPE, sobre la inconveniencia de la integración del Ecuador en la referida OPEP.

El 26 de Noviembre de 1986 se efectuó una Mesa Redonda en el hotel Continental sobre las Islas Galápagos e impugnó la presencia de la Fundación Internacional Charles Darwin, que se beneficiaba con donaciones de varios estados, incluso el ecuatoriano, sin depender ni rendir cuentas a nadie.

En Mayo de 1988, debatió con el Delegado de la Cancillería, Ing. Iván Calero, sobre la aprobación del Tratado Puyango-Tumbez con el Perú y denunció que existían unas Cartas Reversales, firmadas por el Embajador del Perú en Quito e intercambiadas con el Canciller ecuatoriano Dr. Edgar Terán Terán, el 25 de Octubre de 1985, “en las cuales se consignan graves atentados contra nuestra soberanía”. El Universo dio amplia acogida a la información que salió en primera página y con un Mapa. Ese mes y luego en Junio y Julio, debatió nuevamente con el Ing. Carrera de la Torre. en el local de la Academia de Guerra Naval y con el Ing. Iván Calero, en el Instituto de Diplomacia de la Universidad de Guayaquil.

En 1989, editó dos folletos titulados: “Los Hermanos Villacrés Moscoso, Impulsadores del Transporte Marítimo Internacional”. Antecedentes históricos en su desarrollo” en 16 páginas y “Mi lucha en la defensa de los Derechos Territoriales del Ecuador” en 28 páginas, folletos de índole familiar y autobiográficos.

A principios de 1991, sufrió un derrame cerebral que le mantuvo imposibilitado por algunas semanas, pero se superó casi enseguida con molestias en el brazo derecho. En Diciembre de 1991, el Congreso Nacional lo declaró “Hijo Predilecto de la Patria”, honor altísimo que compartió con los doctores Antonio Parra Velasco y Jorge Pérez Concha.

El martes 19 de Enero de 1993, manos criminales incendiaron la casa vecina a la suya en Juan Montalvo y Panamá que era de madera, perdiéndose la mayor parte de su valiosa Biblioteca, más por acción del agua que del fuego.

La Universidad de Guayaquil le declaró “Profesor Emérito” pero no pudo concurrir a recibir tal honor y tras larga decadencia física e intelectual, falleció el domingo 4 de Mayo del 2006, a la avanzada edad de ochenta y ocho años.

Está considerado uno de los mayores y mejores internacionalistas ecuatorianos del siglo XX, no solamente por la vastedad y profundidad de su criterio y opiniones, sino también por la valentía demostrada en exponerlos, defendiendo los intereses del país contra la errática y a veces equivocada actuación de nuestra Cancillería.

Su acción cívica a través de las páginas de El Universo y de Expreso, así como de la cátedra en la Escuela, luego Instituto de Diplomacia, le sitúa entre los grandes defensores que ha tenido el país, lástima que su labor haya sido mal comprendida y poco estimulada, pues de haberse contado con su asesoría, otros hubieran sido los logros alcanzados en el campo internacional.

Su versación, desinterés y en fin, su nunca desmentido patriotismo, le granjearon persecuciones y hasta el aislamiento, pero todo lo supo sobrellevar con paciencia, hasta la pérdida por dos ocasiones de sus cátedras en las dictaduras militares. Caso único en la historia nacional.

Estatura mediana, contextura musculada, tez blanca rosada, mirada miope, hablar rápido y gesticulando con vehemencia, pues tal era su carácter. Como maestro de juventudes logró una amplísima aceptación en la Universidad de Guayaquil, formando el criterio de los estudiantes de Diplomacia, por varias generaciones durante treinta años. Su obra y su patriotismo, le recomienda y consagra ante las futuras generaciones y en su tiempo se le conocía por sabio y por modesto.

Siempre pobre, vivía de sus cátedras, aunque había heredado de sus padres, un pequeño capital, que le servía para sobrevivir cuando las dictaduras lo castigaban y le enviaban al desempleo. Vestía con singular modestia, ternos negros y camisas blanquísimas y almidonadas, por eso pasaba por un elegante solterón con numerosos sobrinos, a los que quería y enseñaba su vasta erudicción. Nervioso, caminaba y hablaba rápido, nunca quiso aprender a manejar vehículos y se le veía siempre a pie por las calles de Guayaquil.

Fuente:  Archivo biográfico de Rodolfo Pérez Pimentel

14/12/2021


 

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